Río de Janeiro, 30 de abril de 2002

Grupo de Trabajo de Agricultura de la Red Internacional por la Integración de los Pueblos - REBRIP
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En el artículo titulado “Liberação Comercial e Agricultura Familiar no Brasil”, el profesor Fernando Homem de Melo, quien ocupa el cargo de profesor titular en el Departamento de Economía de la Facultad de Economía, Administración y Contabilidad de la Universidad de São Paulo, y es además investigador de la Fundación Instituto de Investigaciones Económicas (FIPE) busca esclarecer el cambio radical de orientación experimentado por la política económica brasileña, ocurrido a partir de 1990, cuando adoptó una política de apertura comercial en el campo internacional. Además de examinar esa tendencia, el autor busca determinar, específicamente, el efecto que produjo ese cambio de orientación económica en el sector agropecuario brasileño y, en especial, en la agricultura familiar.

La identificación de los efectos de la política de apertura comercial exigió, como metodología de trabajo, la caracterización de los bienes producidos por la agricultura familiar, puesto que esos efectos se generaron a través de los precios de los productos en los mercados. Esto, a su vez, llevó a la necesidad de mostrar a la agricultura brasileña como un conjunto heterogéneo de productos, y fundamentalmente como un subconjunto del comercio exterior, de exportación e importación, y un subconjunto del mercado interno (nacionales).

En el artículo mencionado se utilizó como línea divisoria una extensión total de 100 hectáreas para la identificación de los productos generados por la agricultura familiar. Partiendo de los datos del censo agropecuario de 1995/96, se llegó a la conclusión de que la agricultura brasileña produce, básicamente, productos nacionales (para el mercado interno), aunque no todos sean productos alimentarios, como por ejemplo el cultivo del tabaco. Los datos especiales del censo, divulgados por el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA), corroboran esta clasificación.

En el artículo se partió de la hipótesis de que los cambios introducidos en la política económica a partir de 1990, y en especial a partir de 1994, con el Plan Real, fueron perjudiciales para la rentabilidad del sector agrícola como un todo, y en particular, para la agricultura familiar, debido a los efectos negativos sobre los precios y sus productos. En este sentido, no se trató tan sólo de una comparación con el período de economía cerrada, anterior a 1990 ya que, en definitiva, ese modelo daba muestras evidentes de agotamiento. Por el contrario, en la comparación se consideró una posible combinación alterna de políticas fiscal, monetaria, cambiaria y comercial en la década de los 90, que hubiera podido llevar a una estabilización económica sin los desaciertos y costos excesivos causados por la política adoptada.

Entre las principales características (o desaciertos) de la política adoptada, se encuentran los intereses extremadamente elevados, un tipo de cambio sobrevaluado y aranceles de importación excesivamente bajos. Entre los aciertos, se deben mencionar la reducción de los aranceles de importación de los insumos agrícolas. La sobrevaluación cambiaria, “tipo ancla” del Plan Real, en un contexto de inflación, impidió que los productos de exportación se convirtieran en los mayores beneficiarios del cambio en la política económica. Los productos de la agricultura familiar, a su vez, fueron muy perjudicados por la combinación de políticas, en especial por las reducciones excesivas de los aranceles de importación que no tomaron en cuenta el proteccionismo agrícola de los países industrializados. Además, no se debe olvidar la importancia de los efectos de sustitución, principalmente en el consumo. Por ejemplo, la reducción de los precios del trigo trajo consecuencias negativas a varios productos de la agricultura familiar (granos, yuca y papa, entre otros).

En la parte empírica de este artículo se examinaron las consecuencias ocasionadas en cuanto a precios recibidos, áreas cultivadas, producciones y sus valores para 22 productos de nuestra economía agropecuaria, de los cuales 12 son de la agricultura familiar y 10 de la agricultura patronal. La conclusión es que la década de los 90 fue extremadamente difícil para los productores agrícolas brasileños, a pesar de haber sido relativamente favorable en lo que respecta a los precios internacionales. En el país hubo una acentuada reducción en los precios percibidos por los productores. Esa reducción fue mucho más acentuada para el conjunto de productos de la agricultura familiar (-4,74% al año). Los productos de la agricultura patronal se vieron favorecidos por los buenos precios en el mercado internacional, que permitieron que estos precios cayeran en menor escala.

No obstante, pese a la reducción de sus precios, la cantidad total producida por la agricultura familiar creció mucho más que la agricultura patronal (3,7% anual, en comparación con 2,60% anual). De todos modos, se produjo una reducción de 2,0% anual en el área cultivada por la agricultura familiar. Si comparamos los años 1989 y 1999, podemos observar que se produjo una disminución de 1.320 hectáreas cultivadas en los 12 productos de la agricultura familiar, cifra nada despreciable. Además, tomando en cuenta los datos del censo, hubo una reducción de 906 mil propiedades familiares entre 1985 y 1995. Es necesario considerar, además, que el período de mayor crisis fue a partir de 1995.